segunda-feira, 22 de outubro de 2007

Compromisso com a realidade da catástrofe

Ricardo Piglia

Publicado em 1980, durante a ditadura militar argentina, Respiração Artificial, primeiro romance do argentino Ricardo Piglia, mergulha na história nacional e literária para encontrar um modo para falar do presente. O escritor passa a ser um misto de historiador e crítico literário, historicizando seu lugar de fala para poder dar conta de sua realidade. É claro que isso pode tornar a leitura de certa forma desprazerosa. O excesso de referências históricas e literárias pode parecer mero rebuscamento e uma contaminação por um discurso critico no que deveria ser “apenas um romance”.

Essa contaminação, porém, casa com o próprio projeto do livro: uma revisão da história nacional e literária da Argentina. Na verdade, “revisão” é uma palavra pouco adequada: as discussões sobre a história e a literatura argentinas encaminham-se muito mais para um dilaceramento dos mitos que as recobrem. Com isso, no entanto, a própria escrita de Respiração Artificial é posta em questão e fica esgarçada.

São vários narradores, os tipos de registros e as temporalidades inscritas no romance. De início, temos uma troca de cartas entre Emilio Renzi, um jovem escritor, e seu tio afastado da família, Marcelo Maggi, em que uma discussão sobre o passado familiar logo dá lugar às pesquisas históricas desse último. Depois de um longo monólogo do ex-senador Luciano Osorio, que nos é narrado ainda por Renzi, somos apresentados em seguida aos papéis de Enrique Osorio (avô do ex-senador), o fictício traidor e amigo de Rosas, ditador argentino do século XIX, e que é o objeto da pesquisa de Maggi. Por último, acompanhamos a viagem que Renzi faz a Concordia na intenção de encontrar-se com seu tio, porém, em lugar de um encontro entre os dois, o que temos é um longo diálogo entre o jovem escritor e Tardewski, um imigrante polonês que foi aluno de Wittgenstein antes da eclosão da Segunda Guerra.

É a partir desse personagem que aparece com mais força a imagem do fracasso, um dos temas da longa conversa que os dois travam. O fracasso seria o resultado dessa escrita, que vai se desfazendo, se expondo, se “descosendo”, para usar uma metáfora que retoma a proximidade entre “texto” e “tecido”. Todas as possibilidades aventadas durante a narrativa para um romance sobre a Argentina (romance epistolar; romance utópico; um romance feito somente de citações etc.) são executadas, questionadas, abandonadas e explodidas. As cartas que Emilio e seu tio trocam de início espelham-se nas cartas do futuro que Enrique Osorio escreve, e também nas cartas que Dom Luciano recebe no seu isolamento, também lidas pelo enigmático (seria um censor?) Arocena em busca de um sentido por trás (dentro?) da escrita.

A hipótese formulada no livro por Tardewski do encontro entre Kafka e Hitler talvez seja um dos pontos altos do livro. Numa narração que se pretende científica, mas que, por uma série de vicissitudes, constitui o próprio fracasso de uma verdade científica, pela impossibilidade de sua comprovação, a imagem desse encontro remete a um poder que se pode encontrar na ficção. O exemplo de Kafka serve para ilustrar um possível “poder premonitório” da literatura; contudo, o encontro fictício criado por Piglia em seu romance também afirma que a literatura possui, ou pelo menos deveria possuir, um compromisso com a realidade da catástrofe. Piglia encontra aí uma forma oblíqua de lidar com seu próprio momento histórico, em que dialoga não só com o presente, mas com seu passado literário, em especial com a tradição de Borges e Arlt.

O fracasso, seja da forma literária, seja das utopias da nação argentina, seja dos projetos pessoais dos personagens, é de onde esse livro extrai sua força. Através de um romance que desfaz os fundamentos da sua própria escrita, Piglia encena esses fracassos. Eles representam a falência de uma literatura e de um projeto histórico que precisam ser “descosidos” e postos pelo avesso para que possam, quem sabe no futuro, fazer algum sentido.


Vladimir Oliveira Santos.
Mestrando em Literatura Brasileira pela UnB.

Encontro da 6a. feira, 18.05.2007

sexta-feira, 14 de setembro de 2007

Lazos a prueba de crisis

O segundo tempo

El recuerdo en cuanto movimiento ondulante, ese ejercicio propio de quien retoma un episodio vital para compartirlo, es el motor de O segundo tempo [El segundo tiempo (*)], de Michel Laub. Es de ese vaivén que el autor extrae la fuerza de su más reciente novela. El pulso de la historia circula en torno al 12 de febrero de 1989, día del Gre-Nal del Siglo, una partida de fútbol que debe su nombre al encuentro de los equipos Internacional y Grêmio. La cita ocurre en el estadio de Beira-Rio en Porto Alegre, después de dos años de victoria continua del Grêmio. ¿Qué lleva a un individuo a fijar un momento en la memoria? ¿Qué lo lleva a recordar para luego contar?

La escritura se inicia con una idea apocalíptica: “Hoy el fútbol está muerto, y dudo que alguien aún llore por él” (p. 11). En un país como Brasil, donde el deporte es digerido y alimentado popularmente como un rito (entendido el rito desde el punto de vista ceremonial como algo que se repite, que sigue un patrón), es poco probable que el fútbol muera. ¿Para quién sucumbe entonces? ¿Quién [o qué] se desplomó a los 15 años con la idea del “fútbol moribundo”? Un narrador adulto que siempre aparece sin nombre hilvana la historia. Es para él -un periodista que suscribe guiones educativos con seudónimo, hoy con 31 años- que el fútbol no existe más.

En el ensayo Escritura y secreto, la escritora argentina Luisa Valenzuela dice que “el olvido se presta para que los recuerdos demasiado repetidos y obvios retornen desde otra parte, elaborados” (2003: 60). Se acostumbra escuchar que esos “retornos elaborados” son psicológicamente saludables. Es posible que procesar los recuerdos ayude a encarar los miedos. Teniendo esto en mente -continúa la novelista- la distracción y la desmemoria abren lugar para la sorpresa, la asociación inesperada, el descubrimiento. Al recordar, el narrador de O segundo tempo mastica, rumia, revisita la sinuosidad de un pasado adolescente. Reflexiona y da una nueva lectura a la circunstancia que lo llevó a cruzar el puente hacia el mundo adulto.

El fútbol es la excusa de O segundo tempo. El tema, sin embargo, desborda el perímetro de la cancha y se afirma en la “fraternidad a prueba de crisis familiares" y no en las representaciones rivales [Caín y Abel] o incestuosas [Ana y André en Lavoura Arcaica, de Raduan Nassar] que rebosan las ficciones sobre hermanos. Sobrepasando la camaradería, esta novela deja traslucir la discusión sobre el nivel de compromiso, la capacidad de entrega, la opción por el más débil, las uniones decisivas y la consecuencia [ni tan aleatoria] de una elección.

La historia se construye sobre la base de una familia tradicional: un papá, una mamá, un hermano mayor y uno menor. Más adelante aparece la figura [femenina] que detona las rupturas. El entorno financiero que bordea la familia lleva a pensar una estructura mayor, también fracturada. Familia fracturada… ¿país fracturado? La idea del país fracturado es más notoria después de reparar en el entorno que provoca la quiebra de la empresa familiar [un mini-mercado y ocasiona la mudanza del grupo [de una casa a un apartamento pequeño]; en la venta o donación de la mayoría de los muebles, y en el despido inaplazable de la empleada de servicio.

El padre de los chicos [vendedor de pólizas ya en el 89, luego de la bancarrota del negocio propio] renuncia a la aseguradora y se marcha de casa ese 12 de febrero. Puertas afuera la ciudad hierve, todos han tendido sus sentidos al sol del Juego del Siglo. Hay embotellamientos en los túneles. El viaducto de la avenida Duque de Caxias continúa lleno de tiendas de cuero y revistas usadas. La Brigada Militar [a caballo] busca controlar el tráfico cercano al estadio. La Avenida Lima e Silva despide melancolía... la Venâncio Aires… la Olavo Bilac… la José do Patrocínio. Puertas adentro [y antes de que el mundo privado se desmorone] reina la discordia.

Acostumbrado a levantarse de madrugada, “el padre” llega abatido de las jornadas de trabajo. Sigue una rutina desgastada y sin salida: entrar a la casa, hablar en términos mecánicos (talleres, filtros, aceleradores) y sentarse a comer. El lector se encuentra frente a un señor de 50 años que creció en el interior de Brasil, desciende de una familia portuguesa, tuvo una formación rígida y soñó con ser dueño de una estación de gasolina. Se llama Marcos, pero sólo se sabrá al final. En esta historia los nombres casi no importan. Es como si la elección de cada adulto pesara mil veces más que el autor de la decisión. O como si ningún nombre pudiese aguantar tanto entuerto sobre los hombros.

A ella, a “la madre”, se le ve aguardando en la sala. Son horas y horas. Toma medicamentos a diestra y siniestra, asiste a terapia. Ya vivió colapsos que le impidieron salir de la cama. Llegó a ser el tipo de ama de casa que recibe al marido con el horno encendido y el plato en la mesa. Sus dedos están repletos de surcos por causa del detergente. Nunca discute, mucho menos explica, las causas del trastorno que la lleva a divisar el fin de la propia vida.

Versado en el fútbol de mesa y las historietas, el narrador [con 15 años] le traduce al hermano pequeño una parte del desequilibrio familiar. Sólo una parte porque la totalidad es casi inexplicable: reacciones del padre, cansancios, cobardías e inercias, discusiones, letargias, impulsos y chantajes, excusas y explicaciones omitidas. Pocas veces salió de Porto Alegre. De él se espera no más que una pobre escolaridad y un buen comportamiento: “Si quieres saber lo que yo hacía a los 15 años” -dice el chico- “si había una muchacha por la que me interesase, alguien a quien te dedicas sin exigir nada a cambio, que tienes miedo de perder no por motivos egoístas sino porque es una presencia que basta, que te impide pensar en lo que fue o puede haber sido, es ésta la respuesta que tengo para dar: yo frente al televisor, también mirando a Marcos Vinicius, aún la sombra del tiempo en que esperaba la semana entera para ir al estadio con papá” (LAUB: 2006, 52).

Finalmente está Bruno, sujeto de la discusión y único nombre que tiene completa relevancia desde el vamos. Con 11 años, Bruno es el pequeño de casa. El hermano que se debe proteger y que al mismo tiempo se inspira en el mayor vigilando sus preferencias. Cursa el 5° grado y se muestra interesado -desde siempre- en el fútbol.

Agua pasada, agua pisada
Si bien O segundo tempo conecta con frecuencia el campo y los afectos (tejido de delicadeza extraordinaria), una metáfora da forma a lo que el quinceañero comienza a sentir. Nilson, jugador del Inter (equipo que decide la partida) entra a la cancha con una rodilla lesionada. La banda está en la rodilla derecha pero la lesión está en la izquierda: “Nunca hablé de Nilson con nadie. De hecho, nunca hablé mucho sobre los errores del Gre-Nal del Siglo, sobre cómo ellos pueden haber influenciado los rumbos de aquel domingo, porque en general los cambios no son identificados apenas en un momento. Es un proceso(…) que comienza mucho antes y termina mucho después (**)” (LAUB: 2006, 25).

La razón por la que Marcos abandona a su familia tiene nombre y es delgada. Se llama Juliana. Es más joven que “la madre”. Se desempeña como funcionaria de un banco y fue trasladada de Porto Alegre a Goiânia en 1989. El instante en que Juliana, Marcos y el hijo de 15 años se conocen, en un mercado, es definitivo para comprender que ningún cambio sucede por arte de [estricta] magia. La confianza entre “el padre” y Juliana, a escondidas de la madre, despierta en el chico las nociones de familiaridad, de tiempo y de sospecha: “La conciencia emerge como espanto, después perplejidad, después un incomodo que se transforma en un impulso sin regreso, entonces por la primera vez decido hacer las cosas a mi manera” (p. 73).

Puede que sea ésta la acepción de “segundo tiempo” que el autor quiere salvar. No el segundo tiempo del partido, ni la trillada “segunda oportunidad”. Sino ese insight, ese instante de gracia, en que la duda queda hecha polvo. Con “el padre” en Goiânia es el chico de 15 años quien se encarga de Bruno y “la madre”. Recaen sobre él las compras del supermercado, los deberes del hermano, el pago de los servicios, la vigilancia de “la madre”. En síntesis: la manutención de una estructura para el hermano. Así, al evitar el abandono -y la repetición del modelo paterno- el hermano mayor trunca en Bruno la gestación de un trauma. De una situación que, sin duda, habría moldeado un carácter conflictivo. Si hay tragedia -parece decir este narrador- que por lo menos sea formadora.

Y es la derrota del Gremio lo que le lleva a vislumbrar el significado que una frustración (dada la expectativa de Bruno, una frustración infinita) puede tener en un ser humano de 11 años. El curso del fracaso que, buena parte de las veces, los adultos dejan correr sin noción aparente de las consecuencias. Lo que el narrador recuenta es el detalle de un avance, lo que se pregona en el epígrafe de Hanif Kureishi, en la página 7: “Quién sabe si cada día no debiese tener por lo menos una infidelidad esencial o una traición necesaria”.

Si el episodio es real o no, poco importa. No tanto por el anuncio minúsculo de la página que contiene los datos editoriales (“algunos de los eventos, personajes, referencias geográficas y secuencias cronológicas aquí descritos se fundamentan en la realidad, mas pertenecen al universo de la ficción. Esta obra no emite opinión sobre personas y hechos concretos”, p. 4) como por la sencillez con que nos vemos envueltos en los aprietos y ahogos de una familia de clase media, venida a menos, como muchas iles de las que nos rodean: "Escritores y escritoras sabemos de la confluencia de las aguas del lenguaje con las que se pretende confundirnos, y al escribir nunca nos confundimos. Buceamos en esas aguas, las exploramos en profundidad, buscamos los tesoros ocultos, alcanzamos con suerte la orilla del Secreto. Y no nos confundimos. ¿Cómo aprendimos a hacerlo? Leyendo ficción, pero a fondo, en los matices y entrelíneas, en las connotaciones, allí donde cierta verdad puede ser agazapada. En los silencios" (VALENZUELA: 2003, 57).

Notas:
(*) El libro no ha sido traducido al español.
(**) Las negritas son nuestras.

Referencias bibliográficas:
LAUB, Michel. O segundo tempo. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.
VALENZUELA, Luisa. Escritura y secreto. Madrid: Cátedra Alfonso Reyes (Instituto Tecnológico de Monterrey) y Fondo de Cultura Económica de España, 2003.

Francismar Ramírez Barreto.
Periodista y Magister en Literatura Brasilera por la UnB.
Encuentro del viernes 14.09.2007.

sexta-feira, 24 de agosto de 2007

Colóquio de interesse

Prezados colegas,

a continuação verão a programação do colóquio que coordenam as professoras Regina Dalcastagnè, Luciana Rassier e Rita Olivieri-Godet. Acontecerá a próxima semana, os dias 30.08.2007 (quinta-feira) e 31.08.2007 (sexta-feira), na Universidade de Brasília. O objetivo, segundo a minuta que a prof. Regina coloca na própria programação, será "abordar as diversas linhas seguidas e promovidas pela literatura surgida a partir da década de 1980, de modo a captar suas conseqüências no conjunto e no interior das obras literárias".

Durante o colóquio (ambos dias) também será possível assistir a uma exposição de pôsteres nos corredores do Depto. de Teoria Literária e Literaturas (TEL) e observar dados obtidos como resultado de amplas pesquisas realizadas pelo Grupo de Estudos em Literatura Brasileira Contemporânea da UnB, sobre poesia (sob coordenação da prof. Sylvia Helena Cyntrão), teatro (sob coordenação do prof. André Luís Gomes) e romance, conto, cinema e cordel (sob coordenação da prof. Regina Dalcastagnè).

Assistam e passem a voz.
Nos vemos por lá,

Francismar Ramírez B.

* * *

DESLOCAMENTOS E DIÁLOGOS
NA LITERATURA BRASILEIRA CONTEMPORÂNEA

DIA 30.08.2007 (5a. feira)
8h30. Abertura: reitor, coordenador de Pós-Graduação em Literatura, chefe do Depto., organizadoras.

9h30-12h00. Mesa 1: Literatura e outros lugares. Mediador: Rogério Lima (UnB).
* Configurações do espaço na Literatura Brasileira Contemporânea: Luis Alberto Brandão Santos (UFMG)
* Do refúgio ao refugo: a visão anti-idílica da natureza em contos de Clarice Lispector e Maria Judite de Carvalho: Ermelinda Ferreira (UFPE).
* Literatura em quadrinhos, quadrinhos na literatura: Andrea Saad Hossne (USP).
* O(s) lugar(es) da poesia -(Muito) além do livro: Adalberto Müller (UnB).

12h00-14h00. ALMOÇO.

14h30-17h00. Mesa 2: Literatura e outras culturas. Mediador: Robson Coelho Tinoco (UnB).
* Escritura híbrida e identidades compósitas em Salim Miguel: Luciana Wrege Rassier (La Rochelle).
* A busca do outro no processo de formação do escritor. O diálogo de Salim Miguel com os escritores africanos nos anos 50: Juliana Marçano Santil (Institut d'Études Politiques de Bordeaux).
* Salim Miguel: luz e sombra em relatos da imigração: Maria Zilda Ferreira Cury (UFMG).
* Exílio e poente. A ficção de Milton Hatoum: Maria Isabel Edom Pires (UnB).

18h30-20h00 (Auditório da Reitoria). Mesa de escritores. Mediadora: Sulvia Helena Cyntrão (UnB).
* Ana Miranda.
* Salim Miguel.

20h00 (Salão de Atos da Reitoria). Coquetel de lançamentos e sessão de autõgrafos. Edição francesa do livro 1° de abril, de Salim Miguel, com tradução de Luciana Wrege Rassier; O sabor da fome (contos) e A voz submersa (romance), de Salim Miguel; La littérature brésilienne contemporaine de 1970 à nos jours, organizado por Rita Olivieri-Godet; a Revista Estudos de Literatura Brasileira Contemporâena N° 29 (com dossiê sobre "escritas da violência"), e a Revista Cerrados N° 23 (com dossiê sobre "tradução de obras francesas no Brasil").

DIA 31.08.2007 (6a. feira)
9h00-11h30. Mesa 3: Literatura e alteridade. Mediador: João Vianney Cavalcanti Nuto (UnB).
* Alteridade invisível. O índio em Nove noites, de Bernardo Carvalho: Rira Olivieri-Godet (Rennes 2).
* Malabares: o intelectual e as fronteiras deslizantes: Ivete Walty Camargos (PUC-Minas).
* Experiências recentes da poesia brasileira. Mudanãs de paradigma?: Iumna Maria Simon (USP).
* Um território em disputa. Representação e auto-representação de grupos marginalizados: Regina Dalcastagnè (UnB).

12h00-14h00. ALMOÇO.

14h30-17h00. Mesa 4: Literatura e mulher. Mediador: André Luís Gomes (UnB).
* Identidade e bastardia feminina em Lya Luft e Milton Hatoum: Leonardo Tonus (Université Paris Sorbonne - Paris IV).
* Gênero e etnia, história e ficção na produção literãria de nisseis brasileiras e estadunidenses: Cristina Stevens (UnB).
* De volta para casa, ou O caminho sem volta de três mulheres do Brasil: Simone Schmidt (UFSC).
* Narrativas de formação contemporâneas. Uma questão de gênero: Cíntia Schwantes (UnB).

17h15-18h00. Mapeamento da literatura brasileira contemporânea.
* Regina Dalcastagnè;
* André Luís Gomes.
* Sylvia Helena Cyntrão.
* Maria Isabel Edom Pires.

sexta-feira, 6 de julho de 2007

La escritura fluctuante de Milton Hatoum

Cinzas do norte

Manaus, el Río Negro y el Río Amazonas constituyen el cuadro donde Milton Hatoum sitúa su tercera novela, Cinzas do Norte (Cenizas del norte), en la cual somos testigos de la amistad entre Lavo (el narrador) y Mundo (su amigo de infancia), durante los años de la dictadura brasilera.

Metafóricamente anunciado en el título, el autor nos cuenta el destino de los personajes y de la ciudad, y nos describe las relaciones complicadas entre las familias de Lavo y de Mundo, en un contexto histórico, regional y geografico claramente definido. Milton Hatoum registra con precisión los eventos y los lugares de vida. Estos últimos -la ciudad, la casa, la escuela, la selva, los viajes en barco- son amorosamente descritos. Algo borroso, sin embargo, fluctúa en la filiación entre Jano y Mundo. Algo nebuloso envuelve los vínculos afectivos de los personajes.

En el curso de la historia, aprendemos que Lavo vive con su tía Ramira y su tío Ranulfo, que tienen respectivamente una relación o idealizada o vivida por Jano y Alicia (padres de Mundo). Cuando no esta con Alicia, Ranulfo pasa su tiempo leyendo, vive mantenido por el humilde trabajo de su hermana Ramira, verdadero pilar (ella) de este grupo de parientes sin pareja ni padres. No obstante, el ambiente familiar está plantado en los afectos, los diálogos, las lecturas y los olores de la comida preparada por Ramira.

En la otra familia -el rico palacete del proprietario de la empresa de yute- el ambiente está más tenso. La dupla madre-hijo se opone constantemente al autoritarismo del padre: “a disciplina… um sonho besta do meu marido” (“la disciplina… un sueño bestia de mi marido”), dice Alicia, quien organiza escapadas con su hijo en Copacabana.

Desesperado por la actitud del hijo, Jano intenta utilizar a Lavo como modelo para poner fin a las tendencias artísticas de Mundo. Fracasa pero consigue que Mundo se integre al cuerpo militar por un tiempo bajo el comando de amigos militares. Un simple frase pinta con eficacia al ambiente de la época: “O tenente Trevo via subversivos nas árvores, ouvia um ruído nas folhagem e disparava com ferocidade” (“El teniente Trevo veía subversivos en los árboles, oía un ruido entre el follaje y disparaba con ferocidad”). El final de la novela revela la verdadera filiación de Mundo.

La intriga se sostiene en una escritura que anuncia algo funesto desde el título y la novela empieza con la carta de un “Mundo” moribundo dedicada al narrador, ahora un hombre maduro: “Uns vinte anos depois, a historia de Mundo me vem à memoria com a força de um fogo escondido pela infancia e pela juventude” (“Unos veinte años después, la historia de Mundo me viene a la memoria con la fuerza de un fuego escondido por la infancia y por la juventud”). Todo termina en cenizas, pero la memoria queda viva.

El rasgo distintivo de la escritura de Milton Hatoum podría ser la serenidad que emana de su texto. Desde el comienzo, el lector se deja llevar por el encadenamiento de las descripciones históricas, geográficas y de los personajes, particularmente logradas cuando se trata de describir la bella Alicia y su relación con su hijo. El desarrollo de la intriga se ve interrumpido por cartas escritas para Mundo que se insertan en la historia.

Los personajes pueden ser patéticos, fracasados o decepcionados en sus aspiraciones; pueden engañarse mutuamente sin que jamás la escritura sufra de esta triste situación; pero Milton Hatoum los presenta de una forma que termina conquistando al lector. El relato está enriquecido con los propios comentarios de los personajes (*). La coherencia del perfil de los caracteres y el cuidado otorgado al vocabulario es tan convincente que el lector entra en sintonía con el ambiente cálido y fluido de Manaus. De nuevo, Milton Hatoum se ha tomado el tiempo para escribir. Gracias a ello, la novela se lee al ritmo del gran río que roza Manaus, en un tiempo armónico y a contracorriente de la moda.

Dominique Liabeuf.
Magister en Lingüística y Literatura Contemporánea Francesa (París VII - Diderot). Cursó también un Diploma de Estudios Aplicados en el área de Antropología (Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, section Chine).

* * *

(*) ¿Qué se dicen los personajes?

Alicia falando com Jano
“Lavo é muito tímido... ficou órfão antes de falar mamãe”.

Alicia falando com Lavo
“Ramira sempre foi cobra na cozinha e na costura. Cobra em tudo que faz. Alias bem diferente de tua mãe… Ramira sempre foi esquisita, morria de ciúme da tua mãe, de todos”.

Jano falando de Lavo e Mundo
“Teu sobrinho promete coisa melhor... bem melhor que o tio e meu filio, que até agora não prometa nada”.

“Quero que Mundo ande por aí e largue essa mania de desenhar, desenhar...” - “Nehum livro de matemática nas estantes. Só arte, poesia.. pior ainda: nehuma fotografia de mulher, a não ser a da mãe. Meu filho não pode continuar assim”.

Jano falando do pai
“A vida do meu pai está arquivada aqui. Ele veio de Portugal sem um tostão no bolso. Só coragem e vontade de ser alguém. Um homen religioso que acreditava na civilização, no progresso”.

Mundo falando do pai
"Vou estudar e morar no colégio militar... não quero fugir, agora quero ir até... o fim da vida ou a dele não é a aposta que ele quer fazer?".

Lavo depois da oferta de Jano
“Ficou à espera de uma palavra ou gesto de assentimento, sem pensar na minha humilhação ou vergonha... o homen me oferecendo com a mão direita um envelope cheio de dinheiro, como se quisesse compartihar comigo o inferno moral, que era só dele” - “Nunca falei a Mundo dessa oferta generosa e infame”.

Ranulfo
“Trabalhando mana, trabalhando com a imaginação dos outros e com a minha”.

Ramira falando do irmão
“Um cigano... Aparece de vez en quando, depois some”.

Ramira falando de Jano
“é uma “mistura de riqueza material e correção moral fazia de Jano um ser perfeito. “a única falha desse santo homen foi cair no feitiço daquela mulher (Alicia)”.

* * *

PS1. Encuentro correspondiente al jueves 14.09.2006.
PS2. Para más información, se puede consultar el site: http://outrababel.blogspot.com/2007/05/cinzas-do-norte-de-milton-hatoum.html

segunda-feira, 21 de maio de 2007

Miséria multicolorida

Contos negreiros, Marcelino Freire

Negros negros, negros brancos, negros pobres, negros ricos, negros machos, negros fêmeas, negros gays. É essa a matéria – a paisagem, as tintas e a tela – nas mãos de Marcelino Freire, em seu último livro, Contos negreiros. São 16 contos distribuídos em pouco mais de cem páginas. Como temática central, a variedade "cromática" das misérias humanas e sociais, tão comuns e algumas vezes irrelevantes aos nossos olhares.

O que menos vai importar é a posição étnica de seus narradores, protagonistas, personagens, atores. As relações que eles constroem, a realidade que o autor nos pinta, aliadas à agressividade ritmada da escrita de Freire, é que são negras. Não podemos categorizar ou enfatizar a categorização social referente a raça, cor ou qualquer outro elemento. O fato é que os contos trazem às vistas toda a miséria, o descompasso, nos retiram de um mundo cor-de-rosa e nos fazem esbarrar na realidade: nosso passado colonial é presente e os escravos são agora multicolores.

Ironia, sarcasmo, secura e, em contraponto, pinceladas de uma poesia singela, rimas fáceis, jogos de palavras, trocadilhos, presentes em toda a obra do autor, são traços fortes desses contos. Logo na apresentação, o cearense Xico Sá esboça o que virá pela frente: "o cabra mal começa, acabou-se. De tanto punch, de tão amargo, de tão doce – prosa-rapadura, contraditória?! A gente lê voando, priu, num sopro" (p. 11). A dureza e a agressividade dançam com a doçura sarcástica, piegas, ridícula.

O grande mote dos contos é o desconcerto que pretendem causar ao leitor. "Solar dos príncipes" não tem precedentes. Narra a história de cinco negros que descem o morro para fazer um documentário sobre a classe média. Apossados de instrumentos praticamente inacessíveis a eles – equipamento de produção cinematográfica –, tentam produzir um filme sobre o cotidiano da classe média e são barrados pelo porteiro. Também negro, o porteiro tem um posicionamento "fora do lugar": trabalhando para pessoas abastadas, ele toma partido, nessa cena inusitada, de seus patrões. É como um feitor ou capitão do mato, no período escravocrata. Absorve uma postura de embate – tipicamente a da classe média atual, tão aterrorizada pela violência urbana – e rechaça seus pares.

Em "Coração", a voz que escutamos é a de um travesti prostituído, que masturba homens no metrô. Ainda rara, e bastante discutível, a presença gay na literatura brasileira pauta-se ou pelo estereótipo acrítico ou pelo cuidado insistente na construção, em resposta aos movimentos organizados. Isso não acontece em Contos negreiros. O narrador de "Coração" não levanta bandeiras, não pede respeito, não reclama de sua miséria. Desconcerto: o narrador personagem tem densidade. Não é apenas uma presença gay, mas uma voz ativa, que é vítima, mas que também faz escolhas, pensa a sua realidade, vive, sobrevive, flutua, sofre e morre de prazer.

O deslocamento de ossos, para usar expressão do próprio Freire, o desconforto e a surpresa seguem na construção do livro. Eles são, ao lado da miséria multicolorida, o fio condutor das narrativas – a fonte de conteúdo e forma da obra. "Totonha", o canto XI, desmonta o leitor erudito. Mais uma vez, as nossas restritas concepções e verdades absolutas e universais sofrem abalo. Totonha, a personagem, é uma velha senhora, que, com seu discurso trocado, ao contrário, nos desperta: ela não quer aprender a ler. A sua negra realidade é tão natural, apartada do mundo cultural – restrito aos alguns que o pensam e o consomem –, que não lhe servem a leitura e a escrita. "Capim sabe ler? Escrever? Já viu cachorro letrado, cintenífico? Já viu juízo de valor? Em quê? Não quero aprender, dispenso" (p. 79).

Os preconceitos – rompidos ou expostos – ultrapassam questões de cor e se escancaram em relações colonizatórias dirigidas a mulheres, gays, pobres etc. E é inovador, algo pós-Pós-moderno, o modo como Freire não somente expõe, mas também deixa que o leitor sinta a sua incapacidade de narrar a realidade espedaçada que vê, lê, assiste, vive. Ele subverte a tão recente lógica do texto "politicamente correto" e transgride, pelo menos no espaço do conto, seu papel de autor, quando veste-se ou traveste-se de negro, de negra, de viado, de pobre, de humilde. Sem medo de uma crítica puritano-moralista, deixa fluírem seus preconceitos, suas visões parciais, seus recortes. Ao mesmo tempo, não sugere ao leitor uma relação pacífica com essa realidade; incita, cutuca, inflama... e, para citar Xico Sá, "dá belas chibatadas no gosto médio e preconceituoso, com gozo, gala, esporro, com doce perversidade, sempre no afeto que se encerra numa rapadura" (p. 13).

A obra desconcerta certezas. Põe em xeque o cartesiano e "canônico" fruir literário e o conservadorismo social, quando transcende não só os embates classistas, mas a língua culta – preocupação quase sexual de alguns gramáticos ou saudosistas de um passado glamouroso que não houve – e também a quase instransponível barreira do senso comum, tão vinculado às percepções ocidentais modernas.

E é essa a grande sacada de Freire e alguns de seus contemporâneos: lidar escrachadamente com estereótipos, não de modo a reforçá-los, mas a fazê-los gritar, chamar a todo instante e de modo violento a atenção do leitor. E o autor tem consciência de para quem escreve, na ferida de quem ele quer meter o dedo: é o intelectual leitor de classe média o interlocutor incomodado de Freire. Ou é o principal alvo, pelo menos, de livros tão bem trabalhados visualmente – atrativos para os olhos e embrulhados para o estômago.

Liana Aragão.
Mestre em Literatura pela Universidade de Brasília.
Encontro da terça-feira 29.11.2005.

O paraíso fragmentado

O paraíso é bem bacana, André Sant'Anna

Futebol, escatologia, doença, sujeira, relações humanas deficientes e baseadas na ignorância. Isso dificilmente se concretizaria em um produto-livro bem acabado e publicado por uma das maiores editoras brasileiras. É o que nosso imaginário permite antever. E quando nos damos conta de que estamos diante de quase quinhentas páginas de um romance cujo protagonista é negro, aí temos a certeza de que esse livro é uma ficção. Não a história que ele traz em si, mas a própria existência dele como produto editorial.

O paraíso é bem bacana, de André Sant'Anna, existe. E foi publicado em 2006 pela Companhia das Letras. E tem quatrocentos e tantas páginas e um protagonista negro. O cenário oscila entre a lógica que rege o universo do futebol no Brasil e no mundo e a realidade crua, pobre e sem perspectiva daqueles desprovidos de cidadania. Se isso significa uma mudança sócio-estrutural nos interesses mercadológicos da indústria de livros, é difícil afirmar por agora, mas o fato é que esse objeto já representa uma dissonância com relação aos produtos que compartilham as prateleiras das asseadas livrarias.

Mané tem dezessete anos e é um verdadeiro talento do futebol. Depois de passar por pequenos times do interior de São Paulo e chegar a categorias adolescentes do Santos Futebol Clube, é descoberto por agentes responsáveis pela indicação de nomes a grandes times internacionais. Vai para a Alemanha e passa a jogar no Herta Berlim BSC. Um grande jogador: admirado por todos os que o assistem em campo.

Isso poderia ser uma história de sucesso, finalmente. Mas não. O resumo pode ser esse mesmo, mas entre um passo e outro dessa trajetória nos deparamos com um jovem doente. Sem pai e com a mãe prostituída e negligente, Mané nasceu em Ubatuba-SP, e sempre viveu em um bairro pobre. Não conseguiu acompanhar a escola – mesmo sendo requisito para participar das escolinhas dos times pelos quais passou – e era alvo de chacota dos amigos. Construiu uma noção de sexo baseada no prazer efêmero e na escatologia, a partir de piadas dos amigos, de explicações descontextualizadas e de revistas e filmes do gênero.

Poderia ser uma batida história de sucesso, apesar dos fracassos constantes da infância. Mas não. Apesar da tentação de ir por esse caminho, o mote do romance de Sant'Anna é outro. O auge do enredo é explicitado logo no início: Mané explode o próprio corpo num atentado que julga ser uma prova de devoção a Alá. Um fracasso como ser social e também como terrorista muçulmano.

Se esses pequenos resumos parecem inconectáveis é porque estamos presos a um modelo muito linear de estrutura narrativa. Ainda mais diante do contexto: o livro é uma aposta de uma grande editora. Mas a doença do personagem e do universo que o cerca é mesmo impossível de ser contada por uma narrativa sã: daí que o(s) relato(s) se desenvolve(m) em fragmentos não continuados, depoimentos, visões. E o leitor torce para que tudo se arranje e se esclareça no fim.

Poderia, afinal, ser uma história de sucesso, apesar dos fracassos constantes e de uma adolescência confusa e atribulada, além do alheamento religioso. Poderia ser uma visão muito condizente com discursos de movimentos sociais, a partir de relatos desconexos e fragmentados, tal como a realidade se apresenta. Mas não. A miséria de Mané e dos personagens "bem sucedidos" que com ele interagem – se é que há interação – é central e carregada até as últimas linhas e conseqüências. Inclusive com a narrativa supostamente post mortem do protagonista.

A predisposição (intelectual?) para concluir e compreender algo pode nos levar à seguinte explicação: a aposta da Companhia das Letras se justifica pela complexidade do livro e da personagem. (Ou será que o fato de o autor ser filho de Sérgio Sant'Anna – consagrado escritor da geração da década de 1970 até agora, vencedor de grandes prêmios literários e com grande parte de seus livros reeditados pela mesma editora – é que explica a situação?) Esse e outros poderiam ser mais um ponto a compor o universo do livro. Decifrado – se possível – somente com a leitura, por ser portador de um discurso atual e real sobre o Brasil que vivemos. Poderia ser isso. Mas não.

Liana Aragão.
Mestre em Literatura pela Universidade de Brasília.
Encontro da quinta-feira 13.07.2006.

segunda-feira, 7 de maio de 2007

Pelo fundo da agulha, de Antônio Torres

pelo fundo da agulha, antonio torres

Último livro da trilogia do migrante iniciada em 1976, Pelo fundo da agulha traz para dentro do si mesmo, na imobilidade do personagem deitado na cama num estágio de consciência fronteiriço entre a vigília e o sono, o balanço da trajetória de Totonhim desde sua saída do Junco, interior da Bahia, aos vinte anos de idade, até a construção de sua vida em São Paulo – o ingresso no Banco do Brasil, o casamento com a filha do general, sua vida de casado, de separado e, finalmente, de aposentado. A associação livre da memória une elementos irremediavelmente separados pela vida.

A imagem de sua mãe passando uma linha pelo fundo da agulha define a narrativa que é tecida com fio que vem desde a estréia de Torres com o primeiro livro da trilogia, Essa Terra (1976). Esse livro bombástico esgotou edições e nele conhecemos o ponto de vista da gente pobre que vem e vai entre o interior do nordeste e São Paulo. O tema já era clássico na nossa literatura, mas o migrante na primeira pessoa não.

Empobrecida pela perda de sua propriedade para o banco e dividida pela diferença de visão de mundo do pai – quer permanecer na roça – e da mãe – quer ir para Feira de Santana onde há chance de progressão escolar para os filhos – a família busca na volta de Nelo sua última esperança. Nelo havia ido para São Paulo há vinte anos e não consegue suportar o peso das cobranças, especialmente das expectativas de sua mãe. Doente e fracassado, põe fim em sua vida. Entretanto, o suicídio de Nelo não mata o sonho da cidade de tentar a vida no “sul maravilha” e, no final, Totonhin entra no ônibus, mesmo contra a vontade do pai.

Com destino muito diferente do irmão, Totonhim prospera e se fixa em São Paulo. Volta para Junco apenas uma vez para uma rápida visita por ocasião dos oitenta anos de seu pai, motivo do segundo romance da trilogia, O cachorro e o lobo (1997). Nele acontece o confortante reencontro de Totonhim com sua terra, os sons, os sabores e as pessoas da sua infância e adolescência. Mas a realidade de sua vida é bem outra, e quando o pai pede para que ele fique ali, a impossibilidade de conciliação entre as duas vidas rompe e Junco fica para sempre nos parêntesis de um fim-de-semana.

Romances belos e sensíveis percorrem os dramas vividos na migração puxando fios que vêm desde Vidas secas (1938) e que passam por Morte e vida severina (1956) entretecendo uma outra trama: o personagem integrado. O jovem promissor que cumpre e ultrapassa todas as expectativas. Um menino especial que na infância já era conhecido pelo gosto da escrita e que desenvolve o gosto pela literatura. Assim é que não intriga o leitor o vasto saber literário do funcionário. Homem marcado por metáforas e lembranças.

No entanto, é de limites que trata o romance. A identidade esgarçada até o difícil reconhecimento no intervalo entre ser nordestino, sem mais sê-lo, e paulista que é sem ser. Pelo fundo da agulha revela Totonhim pelejando com suas memórias, relembrando as pessoas, os motivos, e os acontecimentos de sua vida para vislumbrar um sentido e um motivo para se levantar no dia seguinte.

Adriana Araújo.
Doutora em Letras pela Universidade Federal do Rio de Janeiro.

Encontro da sexta-feira 16.03.2007

quinta-feira, 3 de maio de 2007

Tramas mínimas e destreza máxima

A história dos ossos

A recorrente angústia do artista em grafar a experiência, nomeando o mundo para reter a verdade do ser e das coisas, perpassa obras exemplares, como a de Jorge Luis Borges, em "A Biblioteca de Babel", na qual o universo é cifrado e condensado em um único livro. Pretensão similar parece mover o protagonista de O cão no sótão – uma das novelas que integra A História dos Ossos (Ed. 34, 2005), do escritor e gravurista santista Alberto Martins. O personagem gravita em torno da obsessão de "escrever uma única página verdadeiramente viva" para alcançar a "mais absoluta, imprevisível e irremediável liberdade". Sustentados por tramas mínimas e diminuta ação dramática, a destreza do autor está em manter a tração narrativa com a maestria típica dos grandes escritores. Além de compor ficções instigantes, envoltas em rarefeitas atmosferas insólitas, seu mérito também reside no tear textual, que beira a poesia em seus traços de concisão e depuração e forte carga imagética a ponto de o leitor não apenas visualizar nitidamente o que é narrado como expandir os demais sentidos a partir das descrições de cheiros, gostos, tatos, lembranças. Em O cão no sótão somos apresentados a um rapaz tomado por uma "atração desmedida pela escrita", segundo o espantado relato de seu irmão diante de seu isolamento e desatino. A voz narrativa é deslocada para essa figura que expõe- em sôfregos solilóquios – digressões sobre o ato da escrita e a falibilidade da palavra como retábulo da memória da humanidade. Trancafiado em um sótão e tendo um cão como interlocutor, conta e condena a criação e a missão das palavras na história, desde quando eram guardadas nas pedras, passando pelos pergaminhos, moedas, leis: "Sabes de que é feita uma língua, ó cão? Língua são os assaltos, os ataques, as pilhagens e os saques que durante milhares de anos um povo impinge a outro". Acaba por concluir que a verdade está confiada aos ossos, "os destroços originais da criação". Um riscar de fósforos impõe o fim a tudo: palavras e ossos convertidos em carvão, cinzas e pó. Sua outra novela – que titulou o livro – está conformada em um inusitado traslado dos ossos do pai do antigo cemitério, no centro da cidade de Santos, ao crematório. Os túmulos estavam sendo removidos para ceder espaço a containers no porto. Pelas mãos do filho, o saco de ossos acompanha seu itinerário por ruas estreitas e ruidosas, modelando a degradação do Mercado e da Alfândega, refazendo os passos do pai, revolvendo lembranças. Em uma bela passagem, reporta-se ao pai compondo sua figura a partir de cores e matizes: "o pai sempre fora severo e cinza – mas de uma variedade tão grande de cinzas que estes acabavam matizando tanta severidade". A gradação cromática, a luz recortando a paisagem acompanham elementos visuais que acionam sensações de fastio e repulsa aos cheiros de café e maresia, borracha e óleo, ácido e esgoto. E justamente para livrar o pai da modorra e masmorra, em um bote, lança-o ao mar - "um gole no escuro". Além de restaurar sua memória, o filho determina seu destino, devolvendo-o à matéria primeira, nuclear. "E os ossos baixaram – no mesmo lodo de onde surgiram num dia de 1914".

Luciana Barreto.
Jornalista e Mestranda em Literatura pela Univ. de Brasília.
Encontro da terça-feira 21.11.2006.

quarta-feira, 11 de abril de 2007

El drama profundo de José María Arguedas

José María Arguedas

Desde la primera hasta la última letra, desde la única noche que su protagonista pasa en la gran ciudad (El Cuzco) hasta los días en el interior de la montaña (en el poblado de Abancay), la novela Los ríos profundos -de José María Arguedas- encara el tema de la intolerancia racial en Perú. El foco de la historia es una guerra secular que se viene arrastrando desde la época feudal (esto se confirma al descubrir que el pueblo de Abancay se construyó sobre una antigua hacienda).

El narrador-protagonista es un niño paria, un desarraigado. Se llama Ernesto y es hijo de blancos. Fue criado por indios pero volvió al mundo blanco el día que su padre (un errante abogado de provincias) decidió dejarlo en el internado católico de Abancay. Con sus observaciones, Ernesto le da relieve a hechos dolorosos como la hipocresía de los curas del colegio (y en general del catolicismo), la jerarquía de clases, la humillación que sufren los indios (peor cuando se trata de mujeres), la brutalidad de sus compañeros de escuela y la realidad aplastante de los blancos como “señores avaros”.

El espíritu de Ernesto se encuentra en un entrecruzamiento, en la coexistencia catastrófica de dos mundos hostiles y sanguíneos. Para contrarrestar la violencia, el joven se dedica a la belleza, al diálogo no apenas metafísico con la naturaleza. El vuelo de las aves, el sonido de una campana, los lagos de las altitudes peruanas, el canto de los árboles, cada río, todo se opone a la rabia contagiosa. La descripción ceremoniosa del escenario andino, la explosión sensorial y la transferencia de características humanas, hacen del paisaje otro personaje. Uno con el que incluso es posible comunicarse.

Como sugiere Mario Vargas Llosa en La utopía arcaica, da la impresión de que el orden humano es sustituido por el orden natural. Arguedas (1911-1969, en la foto) se dedica por igual a las descripciones de árboles y muros que a las injusticias del desencuentro. La precisión con que observa los tipos humanos (el pongo, el colono, el concertado, la mujer mestiza, la chichera, el hacendado) denota un cierto didactismo. Su intención parece ser contrarrestar el lugar común de la presencia indígena peruana, el estereotipo de la cultura quechua. Por momentos da incluso la impresión de que su trabajo narrativo fluctúa entre la etnografía y la ficción.

¿Es Los ríos profundos una novela indianista? ¿Una novela "de formación"? ¿O acaso "de deformación"? ¿Recuenta los residuos de la cultura precolombina? ¿O los de la concepción precolombina de la naturaleza? Seguramente es todo esto y también la realidad caduca y retrógrada (destinada al atraso), descrita a partir de la figura de un niño nómada que es tildado de “loco”, “tonto” y “vagabundo” (al final de forma casi benevolente, para señalar su sana y particular comunión con el pueblo indígena).

Francismar Ramírez Barreto.
Periodista y Magister en Literatura Brasilera por la UnB.

Encuentro del viernes 30.03.2007.

Sobre "Contos do Imigrante"

Aí está um link para um artigo sobre o livro do Rawet.
Eu achei bem interessante.
http://www.pacc.ufrj.br/literatura/polemica_stefania_chiarelli.php

Adriana.